Temo a mi propio canto
pues siempre se repite.
Me he vuelto eco
como la cascada del viejo río de mis años inocentes:
murmullo de selva.
No sé cuándo digo lo mismo;
ahora entiendo al abuelo,
con sus mismas historias
frente a las mismas flamas.
Los hombres somos eco,
somos como un tambor que marca los minutos
y un aletear de garza, que interroga a los vientos.
Temo a mi propio canto
Es mi riesgo,
mi karma de cantor
mi dulce asilo.